A partir de cierta edad mucha gente empieza a leer en el diario de papel los avisos fúnebres. Yo no fui una excepción. Al principio un paneo general: sorprenderme por la cantidad de avisos que podía tener una persona, alguna vez encontrar un nombre conocido. Pero un día en la categoría “Recordatorios” leí un aviso que me llamó la atención, me conmovió y disparó en mí un montón de preguntas. Decidí guardarlo y a partir de ese empezó mi colección.